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miércoles, 3 de julio de 2013

Las cosas finitas


Una vez soñé que era matemático, tal como en El Principito, estaba yo sacando cuentas como el hombre del cuarto planeta, tenía unas mangas verdes, una camisa a rayas, una corbata de esas flaquitas y una visera con una mica verde, sostenía el pucho con gran habilidad sólo con mis labios y garabateaba números en unas hojas blancas blancas, sacaba y sacaba cuentas, se me había ocurrido una teoría y tenía que llegar a aquella cifra que sé era la respuesta a la duda que tenía en la cabeza.

            Había soñado con libros, había soñado con tener todos los libros que existían ¿era posible? Era posible sólo si existía un número finito de libros, pero todos sabemos que libros salen en cada momento ¿cómo sabría yo que mi colección estaba completa? Era como coleccionar risas o miradas, ir con una cámara fotográfica capturando sólo miradas y para el momento en que termine, darme cuenta que habían nacido quizás cuántas miradas nuevas, sólo tendría que empezar de nuevo una y otra vez, una y otra vez, y así vivir capturando miradas nuevas y borrando aquellas que habían dejado de existir, era una tarea infinita, no me alcanzaría la vida para lograrlo ¿pero qué pasaría si estuviéramos en el universo creado por la película Childrens of Men? Tendríamos un número finito de personas en el mundo y ahí sería mucho más fácil obtener todas las miradas, claramente me llevaría mucho tiempo, pero sin embargo algo factible empíricamente, tenemos X personas, tenemos que tener fotos de X miradas.

            Una vez soñé que era matemático, se me había ocurrido la idea de coleccionar todos los libros del mundo, para esto tendría que saber cuántos libros hay en el mundo ¿cuántos libros son posibles de escribir? Sería muy fácil saber las combinaciones posibles para un número determinado de casos, y aquí es donde Drexler se equivoca, no hay escritas infinitas palabras, tenemos un número finito de palabras que se pueden mezclar en finitas formas en un momento determinado, teniendo en cuenta los conectores y el contexto de las palabras multívocas, los signos de interrogación que cambian la intencionalidad de las frases y todos los idiomas. Hay que dar gracias a Cortazar por incluir en la ecuación aquellos libros que pueden escribirse en dos idiomas entre líneas y también por el orden de los capítulos, millones de variables son las que hay que tomar. Tenemos que tener en cuenta los modismos de cada país y las palabras que se escriben con guiones, los nombres de personas, los nombres de lugares, y miles de variables más, sin embargo sería un número finito de variables, aunque fuera un número ridículamente grande.

            Una vez soñé que era matemático, y quería descubrir cuál era el número finito de libros que podrían existir en este momento teniendo en cuenta las miles de palabras finitas que existen, sabía dentro mío que era en ese momento, el lenguaje evoluciona tan rápido que nuevas palabras se sumarían a mi lista en unos segundos, delimité mi ecuación al presente y seguí calculando, tenía un número finito de palabras que existían en ese momento, tenía los idiomas, los modismos, tenía todas las variables, tenía la ecuación y tenía mi resultado, era un número ridículamente grande, necesité varios cuadernos para poder escribir el número, la sola publicación de aquel número era un libro nuevo, el resultado de mi ecuación era n+1.

            Un día soñé que era matemático, con éxito supe cuántos libros podrían existir en ese momento y como estaba soñando, soñé que los tenía todos, soñé la biblioteca más grande de todos los tiempos, sentí unas increíbles ganas de leer, tomé el primer libro de la primera estantería, justo el primero de la primera repisa, tenía una gran A marcada con relieve brillante en la tapa, lo abrí y leí millones de letras A por un buen rato, sería una largo sueño hasta llegar al último libro de la última estantería, justo el último de la última repisa, sería un largo sueño hasta llegar a leer puras zetas, puras zetas, zzz.


#lalombrizsolitaria

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