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jueves, 25 de julio de 2013

Inocecencia perdida, o misterios que no sé si quiero resolver



Cuando era chica siempre me pregunté si las monjas tenían pelo debajo de sus tocas. Yo creo que me daban un poco de miedo. Recuerdo que una vez veraneaba en unas cabañas y llegó una legión de monjas de vacaciones, con sus hábitos y todo. Para mi fue un poco loco darme cuenta que las monjas iban a la playa y que cuando se iba la mayor parte de la gente, usaban traje de baño. Y claro, ahí vi que tenían pelo, corto como los hombres, pero tenían. Relativo a esto mismo del pelo también tuve la típica pregunta de si la gente rubia, es completamente rubia (if you know what I mean), aunque claro, eso fue mucho más grande ya.  

Y así otras cosas diversas, que con los años se han ido esclareciendo. Lo fome es que muchas veces descubrir la realidad es muy decepcionante, porque nuestra imaginación casi siempre es más creativa o divertida. Mientras algunos niños pensaban que si excavaban llegarían a China o algo así, yo creía que si cavaba un poco de tierra, aparecería una superficie azul o de otro color, con meridianos y paralelos, como los globos terráqueos que mostraban en la escuela, con límites de regiones y todo. Obviamente tras varios intentos de no encontrar nada me di por vencida y nunca más tomé en cuenta el mapamundi. Una decepción/sorpresa parecida debieron sentir cuando descubrieron que la tierra era redonda.

Cada nuevo descubrimiento me mostraba a la vez nuevos misterios. Mi abuela en particular, me parecía un ser lleno de magia. No entendía por qué cocinaba el mote en una gran olla, lo ponía dentro y luego le lanzaba un montón de ceniza. Eso no me calzaba, pues nosotros lo comíamos después!!! A veces cuando iba a la iglesia con ella, la veía comulgar y me preguntaba siempre qué sabor tendría la ostia y qué diablos era lo que hacían cuando volvían de comerla y se quedaban arrodillados y callados mucho rato. La probé y sólo le hallé sabor a plumavit. Otra decepción. 

La primera vez que tuve alguna idea del sexo fue en algún momento con mis amigas. Muchas se reían de la escena de Titanic en que los protagonistas están encerrados en un auto y una mano toca el vidrio empañado. Yo no entendía nada en verdad y fue leyendo libros que llegó a mi todo ese tema. Mi curiosidad no se cansó obviamente y recuerdo que cuando vi una película porno por primera vez, pensé… y eso era? Quizás el argumento no era muy potente (un siquiatra que se acostaba con todas sus pacientes) pero qué película porno tiene argumento? Otro misterio se resolvía y no era como lo esperaba.

Aunque claramente la edad quita la inocencia, a diario surgen misterios sin resolver. La maravilla de la incertidumbre frente a las decepciones, esa deliciosa sensación de “lo que pudiera llegar a ser”, muchas veces hace parecer mejor opción quedarse con la duda, soñar, inventar mundos y emociones. Como dicen la curiosidad mató al gato, y a veces mata la sorpresa. Sin embargo, es inevitable (y deseable)  acumular experiencia; y para vivir una realidad inventada, están la imaginación y los sueños. Y aunque sea cliché,  al menos eso tengo claro: no quiero dejar de soñar.

#pantostado
Foto por: Miguel Rodríguez

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