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domingo, 21 de julio de 2013

La bondad budista






Siempre he tenido la impresión de que entre toda la especie homo sapiens, quienes son “mejores personas” son los monjes budistas. Toda esta concepción de estar en un equilibrio con todo lo que nos rodea, material e inmaterial, como que los hace ser tan bondadosos. Los monjes no le hacen mal a nadie, sólo buscan el equilibrio del mundo y el bienestar de todos, así que se la pasan en sus templos orando, siendo pacíficos y tranquilos hasta que llegue la iluminación. Por lo mismo llama tanto la atención del mundo cuando salen a protestar).

El tema es que hace poco leí de una forma antigua en que los budistas se auto-inmolaban, todo por el bien ajeno. Se supone que durante la época medieval, en China, era muy común que estos bodhisattva (quienes buscan la iluminación) entregaran su cuerpo voluntariamente para alimentar a animales salvajes hambrientos, siendo lo más normal el alimentar a los tigres. Esta práctica habría nacido desde una de las vidas anteriores de Buda, quien se habría cortado la garganta para ser devorado por una tigresa hambrienta y sus siete crías, y de ahí en adelante, se habría masificado entre aquellos que seguían sus pasos. La idea de todo esto era no sólo alimentar al animal, sino, que la bondad de ese acto único se diseminara por entre todos los seres.

Ahora, si lo pensamos con detención, todas estas personas que se mataron, lo hicieron considerando su existencia como algo tan importante como la de estos animales, no fue que vieron a un tigre hambriento, vieron que no tenían nada para darles, dijeron: que pena y siguieron caminando tranquilos por la vida, ni corrieron en círculos sin hacer nada, no, ellos decidieron que si uno de ellos tenía que sobrevivir, que mejor fuera el otro animal (somos animales igual, acéptenlo de una vez). Y entonces viene mi crítica, no creo que nadie, ningún “súper occidental”, siquiera alguna vez cruce por su mente la idea de que su vida tiene el mismo valor que la de otro ser vivo, y mucho menos que si uno de los dos tiene que sobrevivir, que no seamos nosotros, y esto se muestra en las cientos de películas, principalmente gringas, donde el hombre (casi nunca son mujeres) lucha contra la naturaleza porque es superior y merece vivir más que el resto.

Igual es más “fácil” (y destaco las comillas) entregar la vida, el cuerpo, si es que crees en la reencarnación y sabes que después volverás a existir como un ser todavía mejor por haber hecho esta entrega voluntaria y desinteresada. En comparación con el grueso de la población occidental que teme a la muerte y al envejecimiento e intentan retardar lo inevitable lo que más puedan.
No quiero jugar a decir quién es mejor, sólo que nos detengamos un segundo antes de reírnos de lo dramático que nos puedan parecer estos budistas y cuestionarnos un poco la forma en que consideramos nuestras relaciones con los otros seres vivos.

#fueradeservicio

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