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viernes, 13 de septiembre de 2013

Un hijo de democracia [#40añosdelgolpe]





Nací en la segunda mitad del ’89. Lo que quiere decir que me concibieron en dictadura, pero nací en democracia. Hijo de padre alcohólico y madre trabajadora, ambos; políticamente inactivos, hijos de su tiempo, acostumbrados a sus familias y, al menos una parte (mi madre) hizo lo que mejor sabía y podía haber hecho: dar su vida por su familia, vivir como lo hacen todos los que no tienen apellido de tienda, banco, trasnacional o senador.


Soy parte de la primera generación que no tendría en su mente la imagen vivencial de que a clases se iba con un militar en la sala, ni que a las 6 de la tarde te entrabas o te entraban (balas), ni tampoco imaginaría por mí mismo hacer colas por comida más que en la escuela a la hora del almuerzo o al desayuno que el Estado me proveía, comiendo sin miedo. Ni con el temor de llegar a la casa y que nadie estuviera allí y nunca saber dónde se encontraban.


Soy un hijo de democracia, uno de los tantos que creímos nacer mejor, nacer más libres, nacer pensantes. Ahora tengo 24 años y hace 40 a un viejito de gafas chistosas se le ocurrió volar lo que para muchos era un gobierno y para otros una desgracia. 


Nunca he sabido qué se sintió todo aquello, y espero nunca saberlo, solo tengo mis recuerdos y las historias que me han contado, de las cuales he creído más las que mi propia familia me ha entregado. Uno de mis abuelos era militar, murió antes del golpe, y según me cuentan hubiera muerto también después de éste, decía que sus superiores estaban locos y los mataría si algo pasaba. No dudo que lo intentase, practicaba a diario con mi abuela. El otro de mis abuelos era bombero de espíritu, y parte de la marina según uno de sus uniformes, nunca llegué a conocerlo mucho ni muy bien, pero sé el cariño que me guardaba y pude ver siempre en él la expresión de un pasado agreste y la esperanza de un futuro mejor para sus nietos.

Son 40 años de una dictadura que no conocí, 40 años de una dictadura que no tuvo desaparecidos para mí, 40 años que lamento que existieran en mi país (a pesar de mi falta de patriotismo)… son 40 años que temo vuelvan a aparecer en el futuro, 40 años que no puedo recordar, pero que no quiero vivir, y que veo se enciman a una sociedad que parece guardarlos en una caja de zapatos amarrada con una cinta roja, bajo la cama, junto a la libreta de matrimonio, los diarios de vida de juventud y las cartas de los ex. 


Y entonces enciendo el televisor como lo hacen otros 16 millones de personas en este país:


Me informo de la guerra en otras naciones, veo cómo intentan venderme algo que nunca había visto ni necesité hasta después del comercial. En las noticias insisten en que todo el país se reduce a la capital.

Por todos lados dicen que todo anda bien. Menos en tu bolsillo y en tu vida que parece la escena de una obra de Ionesco.


Intentas hacer las cosas bien y te das de golpe con una sociedad a la que no le interesas y a ti tampoco te prende mucho. Y recuerdas a Bukowski “-¿Cuánta mierda tiene que aguantar un hombre para vivir? –Mucha… -Y más!”.


Y finalmente, veo al novel de la paz queriendo bombardear otro país por la inseguridad que le provoca verle acabar con un golpe de Estado… son 40 años y todavía está vivo el señor de las gafas chistosas, solo que ahora cruzó la acera. La dictadura no acaba, se acaban las personas y nace el olvido y los petitorios extraños. 


No oremos por la paz, no pidamos tolerancia, no veas las posibilidades diplomáticas… yo solo quiero tranquilidad, quiero expresarme sin preocupaciones, sin pensar que me llegará un tiro por abrir la boca (o una bomba nuclear) o no me contratarán en un puesto X, no quiero quedar bien con nadie más que conmigo mismo, y que la gente sea capaz de enfadarse sin necesidad de insultar o matar al otro para que cierre el pico.


Nací en democracia, pero vivo en tele mercado. Nada que olvidar, mucho se ha olvidado ya.

#destapacañostropical

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