Violeta Parra dice que cuando las penas
aumentan, el Toronjil en cogollo las calma.
Claro que la Violeta da la receta para las
penas de amores, que son la “más peores” de todas las penas. Porque
enfrentémoslo el amor sólo sirve para la pena: para sufrirla cuando se acaba, o
para darla durante el enamoramiento.
Una vez me dijeron: “ Flaca (obviamente fue
un personaje súper hippie con la respectiva voz ondera ) el amor sólo sirve para escribir canciones, después que
las cantas ya no tiene utilidad”. Y bueno, yo concordé plenamente, pues creo
que el amor (si es que existe) no reporta utilidad absoluta a la vida. A mi juicio basta con el respeto y el afecto;
pero… mis juicios habitualmente son errados.
En fin, el tema de esta entrada son las
llamadas Penas de amor. Esas penas que aniquilan toda mariposa que pudo haber
habitado en el estómago y lo transforman en un criadero de babosas y ácido
clorhídrico. Esos momentos de la vida en que todos tus amigos se alejan de ti
porque te tornas un ser monotemático, hipersensible y moquillento. ¡Qué
metamorfosis más desagradable generan estas penas!. Todo te hace sufrir y
posteriormente todo te hace odiar, porque una vez superada la etapa de la
lamentación y la actitud “Ochin”
(remítase a serie de televisión noventera del canal Megavisión), viene el
momento Grinch en el cual quieres que
todo el mundo se sienta igual de miserable que tu, siendo incapaz de soportar
una pareja de la mano o un farsante globo de corazón relleno de confeti.
Lo bueno es que a posteriori de estas etapas de frenesí psicótico, notas el nivel
de ridiculez e imbecilidad que se puede alcanzar bajo el pretexto de tener el
“corazón malogrado” y te ríes…y los demás también se ríen de ti.
A estas risas puedes agregarle, además, la
cantidad de consejos, conjuros y tácticas con las que te bombardeas y te
bombardean para superar el malpaso. Sólo a modo ilustrativo podemos mencionar
la celebre frase “un clavo saca a otro” (situación imposible bajo las leyes de
la física actual) o la filosofía del “tomo para no enamorarme”. Asimismo, la
nunca bien ponderada Vendetta, que
puede incluir desde la pateadura del automóvil del ex bienamado (a), hasta que
quema de la casa o el “robo” y tráfico de un riñón del susodicho (a). También
están las propuestas más esotéricas que involucran prender velas con formas de
gónadas, rezar el rosario en posición invertida o frotarse un cuy eufórico por
todo el cuerpo. En esta lógica el consejo de la Violeta respecto al Toronjil se
vuelve uno de los menos descabellados para superar el umbral del desamor, pues
esta hierba tiene propiedades calmantes que relajan el sistema nervioso y
facilitan el descanso del sufriente. Adicionalmente cabe señalar que para las
penas de amores también hay otras hierbas efectivas, como la valeriana, la
verbena, el mate, la cannabis, el “TéconTé” y la “caspa el’ diablo”, aunque
realmente los dos últimos no son hierbas…
En fin, lo rescatable de esta reflexión son
dos cosas: Primero, si va a sufrir, sufra por cosas trascendentales (como que
las mineras roban el agua de nuestros valles) no por vínculos afectivos
armables y desarmables. Segundo, el Toronjil sirve para el desamor, si, pero es
más efectivo contra el insomnio…primordialmente si el insomnio es causado
porque alguien te ha guachipeleado
tus sueños.
#supropinaesmisueldo
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