Otra noche de esas. Empiezas a
las 8 pm y con la esperanza de que llegue pronto la hora de dormir. Te alistas
según el ánimo, para afrontarlo, abres la cama, te cepillas los dientes y te
cercioras una vez más de que en la tele solo dan la misma estupidez que el día
anterior, y que el anterior a ese. Aun así todos los que aparecen en esos
programas aparentan ser personas de éxito, cultas, como con un libro de Kant en
la mesita de noche –leer filosofía, sí claro-.
En cambio tú, usas la misma ropa
2 días a la semana y te vez igual que siempre; la gente te parece igual de
falsa, torpe y feliz; son como engendros iracundos que solo quieren gritarte
sus miserias a la cara mientras te dicen “gracias por su compra”. Estás cansado
de todo eso. Y de todo. Ya dan las 10 pm y te pones el pijama, solo porque es
primavera y aún hace frío, pero ansías poder acostarte desnudo en una cálida
noche de verano, entre unas frías sábanas que rápidamente adquieren tu calor
corporal; ahí, recostado, mirar las estrellas de una noche romántica es que tu
ego y la nada circundante se escondan entre el azul-negro que surge entre una
estrella y otra. Y dentro de todas las emociones e imágenes posibles tus ojos
reconocen de inmediato la que te parece única, esa Luna redonda, pálida y enorme
junto al manto estrellado. Solo observarla, nada más te gustaría en esa noche,
ni siquiera una mujer desnuda en tu cama. Pues, de cierta manera una te ha
cautivado más desde fuera de las sábanas que de entre ellas.
Pero dan las 2 am y estás
despierto sin poder dormirte aun. La tv apagada y ni siquiera se oyen los
músicos de la autopista. Solo están tus pensamientos y el sonido que se hace al
pasar la pluma por el papel mientras esperas pacientemente que llegue a tu
cuerpo el efecto de ese verano pálido, reconfortante, o que las píldoras para
dormir cumplan su propósito. Lo que suceda primero
.
.
.
.
Por esta noche han ganado las
píldoras
#destapacañostropical
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