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domingo, 11 de agosto de 2013

La muerte... narco style






Está claro, y creo que todos lo aceptamos, que la muerte no hace diferencias, cuando tiene que llegar, llega, sin considerar que seas niño, viejo, mujer, hombre, rico o pobre, porque a fin de cuentas de lo único que tenemos certeza es que en algún punto la vida se acaba. Pero no nos engañemos, las diferencias sí existen, ya sea en cómo llegamos a este inevitable fin, dícese por enfermedad, accidente, vejez; o por la forma en que quienes quedan se “encargan” de los restos.

Y es en este aspecto donde las diferencias nos sobran, tenemos por ejemplo la práctica de los tibetanos de dejar que los buitres se coman los cuerpos de sus familiares, o los vikingos que solían incinerar a sus muertos en barcas funerarias, tirándoles flechas en llamas. También están las cremaciones modernas que han significado toda una nueva tendencia en el mundo occidental, y por supuesto, están los tradicionales, bien conocidos (y no libres de polémica) entierros.

Aquí me quiero detener, porque hay muchas formas de llevar a cabo un entierro, y de marcarlo, están las pirámides, las fosas comunes, los mausoleos, los entierros en vasijas, barcas, rodeados de llamas, en las paredes o el suelo de las propias casas, en fin, un sinnúmero de prácticas que se ven influenciadas por la cultura y el status social. De aquí nace un caso bien particular, el de los narcos,

El cine nos ha ayudado a hacernos una idea de cómo viven los grandes jefes de los carteles de drogas, donde la ostentosidad y los excesos aparecen como algo común en la vida de estas personas. Todos estos lujos, y el alarde con el vienen acompañados, no se limita sólo al diario vivir de los narcos, en Culiacán México, existe un cementerio llamado los Jardines de Humaya, donde estos grandes  traficantes son enterrados de forma que nadie dude del status que tuvieron en vida, permaneciendo rodeados de las armas, joyas y vehículos que alguna vez constituyeron sus objetos más codiciados.

Los mausoleos que aquí se encuentran suelen imitar grandes mansiones, algunas de hasta tres pisos de alto y cuentan con aire acondicionado, televisión satelital, áreas de esparcimiento, además de haber sido diseñados por prestigiosos arquitectos y decorados con materiales finos y costosos. Las tumbas están pensadas para recibir a los visitantes con la mayor comodidad posible, así que incluso cuentan con dormitorios y baños, por ello no es raro que los familiares y amigos de los fallecidos celebren fiestas y se alojen en estos lugares, donde siempre se cuenta con cerveza y tequila para animar las celebraciones y que se mantenga el recuerdo y el status del difunto.

Esta verdadera necrópolis contrasta con el panorama que se ve a sus alrededores, ya que se encuentra cerca de unos de los barrios más pobres de la ciudad, en donde este nivel de riqueza es inalcanzable para quienes pasan por allí a diario, ya que un mausoleo “simple” cuesta alrededor de 7 mil dólares, mientras que los más costosos pueden llegar hasta los 85 mil dólares.  


Pero podemos encontrar una razón medianamente lógica para tanto derroche, y es que muchas de las tumbas no cuentan con nombres, fechas o epitafios, incluso después de las muerte es necesario para los narcotraficantes y sus cercanos el proteger su identidad, por lo que todo este aparataje de despilfarro y grandiosidad es su forma de asegurarse que su existencia no se vaya al olvido... algo con lo que todos podemos identificarnos, no? 

#fueradeservicio

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